jueves, marzo 30, 2006

Muerte en la carretera

A Albert Camus se le atribuye una frase absurdamente premonitoria: “No conozco nada más idiota que morir en un accidente de automóvil”. A decir verdad, no son pocos los escritores que han fallecido por esta lamentable causa. El mismo Camus, por ejemplo, murió en un accidente de carretera: se estrelló contra un árbol de la carretera nacional 5, el 4 de enero de 1960, en Villeblerin, cerca de París. En 1957, a los 44 años, había obtenido el Nobel de Literatura.
El 23 de marzo de 1980 el profesor Roland Barthes cruzó distraídamente la Rue des Écoles en París y no vio a la camioneta de reparto que terminaría por atropellarlo. El impacto fue tan brutal que el rostro de Barthes quedó desfigurado por completo.
En el momento de su accidente, W. G. Sebald (en la foto), autor de Austerlitz, era profesor de literatura en la Universidad de Norwich. El 14 de diciembre de 2001, al final de clases, mientras conducía a casa en compañía de su hija, sufrió un ataque al corazón, se descarriló súbitamente y chocó contra un camión. Murió en el acto. Tenía apenas 57 años. Sebald, que había comenzado a publicar sus primeros libros a los 46, era entonces un autor de culto para sus todavía escasos lectores.
Un caso parecido fue el de Gesualdo Bufalino. Aunque escribió sus versos iniciales a los once años, no fue sino hasta 1981 que su magistral primer libro, Perorata del apestado, fue por fin publicado. En pocos años vieron la luz, entre otros títulos, Argos el ciego y Las mentiras de la noche. Con más de seis décadas a cuestas, Bufalino era considerado una revelación de las letras. Por ese motivo, su muerte, ocurrida en una carretera estatal entre Vittoria y Comiso, en Ragusa, el 14 de julio de 1996, fue una desgraciada sorpresa.
La tragedia más reciente ocurrió en julio de 2005. Saúl Yurkievich, que falleció al sureste de Francia, era conocido por sus trabajos poéticos y quizá sobre todo por su labor como publicista de la obra de Julio Cortázar. Según los gendarmes franceses, Yurkievich tuvo unos fatales segundos de sueño mientras manejaba por la carretera de Caumont-sur-Durance, cerca de Aviñón.

lunes, marzo 27, 2006

70 años del Maestro

"La literatura es la mejor defensa contra la infelicidad. Creo que los seres humanos estamos condenados a la infelicidad, salvo que seamos tontos. Los seres humanos tenemos la facultad de la imaginación e imaginamos y deseamos cosas distintas a las que tenemos. Hay un abismo entre lo que deseamos y la realidad. La literatura nos permite superar ese abismo permitiéndonos vivir mil vidas; gracias a ella podemos multiplicarnos, salir de nuestros confines, viajar en el tiempo, en el espacio y desde luego en la experiencia de ser muchos y uno al mismo tiempo".

Mario Vargas Llosa (Arequipa, 28 de marzo de 1936).

viernes, marzo 24, 2006

Ya llega La fiesta del Chivo

El 30 de marzo se estrena La fiesta del Chivo en Lima. De Luis Llosa, también director de Anaconda y El Especialista, no tengo muchas esperanzas, a pesar de estas declaraciones a AgenciaPerú: "He estado haciendo cine muy comercial y eso fue en contra mía porque fui etiquetado solo como un director taquillero de Hollywood. Ahora, sin la envergadura de Hollywood, estoy haciendo una película sobre la que tengo mayor control, una película que siento verdaderamente mi criatura".
Por lo pronto, las críticas en España no han sido del todo favorables:
-El Mundo: "La difícil apuesta ha salido digna, pero nada más".
-El País: "Sensiblemente por debajo de la calidad del texto de partida. (...) Todo está muy medido, pero se echa en falta más garra".
-Fila Siete: "Tiene, eso sí, todo el aspecto de una película internacional. ¿Qué aspecto es ese? Tal vez es que profesionalmente está bien rodada y que técnicamente alcanza un buen resultado en todos los niveles. Aunque, por esa misma internacionalidad, sufra de cierta asepsia".
Ya lo saben: a ir prevenidos al cine.
Para preparar el ambiente, la bellísima Isabella Rossellini llegará a Lima el 29 de marzo junto con Tomas Milian, Steven Bauer y Stephanie Leonidas, los otros protagonistas de la película.

lunes, marzo 20, 2006

Rushdie sobre Beckett

El suplemento cultural del diario argentino La Nación ha publicado un memorioso artículo de Salman Rushdie conmemorando los cien años del nacimiento de Samuel Beckett. Rushdie cuenta que en sus tiempos de estudiante universitario fue un apasionado lector de literatura de ciencia-ficción, luego de literatura norteamericana (Twain, Bellow, Pynchon) y finalmente de Borges. Más tarde descubrió la nouveau roman y así llegó a Beckett.
“Esos libros”, dice Rushdie, “que apedreaban ferozmente a la muerte con inmensas lápidas de prosa monótona, me parecieron unos cuentos fabulosos, fantásticos, narrados por las voces de espectros traviesos. Los imaginé más oscuros y, sí, hasta heroicos”.
El artículo es magnífico y puede leerse completo en este link.

El envidioso Henry James

Desde hace unas semanas ha nacido un pequeño boom de novelas que tienen como personaje a Henry James, de quien particularmente adoro su breve y notable Los papeles de Aspern. Luego de La línea de la belleza de Allan Hollinghurst y The Master, Retrato del novelista adulto de Colm Tóibín, ha aparecido en España ¡El autor, el autor!, del escritor humorista David Lodge. Por lo que parece, el libro de Lodge va a convertirse en la delicia de lectores indiscretos y fetichistas (como quien escribe), pues Henry James es retratado como un autor no solo frustrado sino también envidioso.
La novela habla de la relación entre James y George Du Maurier, famoso caricaturista de Punch. La primera novela de Du Maurier, Trilby, se convierte en un éxito de ventas en Inglaterra, precisamente cuando James experimentaba un contundente fracaso por una obra de teatro. Lodge ha declarado sobre este incidente: “Lo más irónico es que Du Maurier le había ofrecido a James la idea de Trilby. Yo intento entender cómo llevó James esos disgustos y fracasos en su vida”.

jueves, marzo 16, 2006

De pie y en PC

Dos preguntas que habitualmente han aburrido o incomodado a los escritores son: “¿Por qué escribe usted?” y “¿Cómo escribe usted?”. A pesar de la molestia, muchos autores han dejado respuestas más que interesantes. Alfonso Reyes, por ejemplo, confesó que escribía de pie y que paseaba por su despacho para pensar y retomar el ritmo de la escritura. Es bastante conocido también que Hemingway escribía de pie, siempre a máquina y nunca sin zapatos. El viejo Hem corregía con gruesos lápices de color, entre cinco y ocho en total.
Henry Miller decía que la máquina de escribir obraba como un estímulo para él. T. S. Eliot escribía a mano y su esposa le mecanografiaba sus trabajos. Cortázar escribía en cualquier lugar: hoteles, aviones, casas de amigos. Rayuela, por ejemplo, fue redactada en bares y cafés. Octavio Paz (en la foto) tenía esa misma facilidad. “Se puede escribir poesía en cualquier momento, en cualquier parte”, dijo alguna vez. “A veces compongo mentalmente un poema en el ómnibus o caminando por la calle. El ritmo de la caminata me ayuda a acomodar los versos”. Paz escribía a mano y antes de mecanografiar pasaba largas horas de corrección. Neruda afirmaba que la poesía escrita a mano era “más natural”. Roberto Bolaño también escribía poesía a mano. Para lo demás usaba una “vieja computadora de 1993”.
Kafka escribía a mano en tiempos en que la máquina de escribir era mirada con recelo por los escritores. En un reciente artículo de Edmundo Paz Soldán, acerca de El último lector, un libro de ensayos de Ricardo Piglia, se pueden leer algunos detalles sabrosos de Kafka, como, por ejemplo, que se fijó en Felice al conocer que era mecanógrafa y podía ayudarlo a transcribir sus manuscritos. También se descubre que Nietzsche estaba orgulloso de ser el primer filósofo que escribía a máquina, e incluso que algunos especialistas han detectado en ese detalle el origen de su estilo aforístico.
Sebald, fanático de la escritura a mano, dijo: “Cada vez me convenzo más de que la capacidad de escribir podría desaparecer social o culturalmente. Entre más traquetee la gente en sus cajas de traqueteo...”.
En un blog de adoradores de Thomas Pynchon encontré esta rareza: “Siempre me lo he preguntado. ¿Pynchon escribe a mano o a máquina? ¿Pasó de la Underwood al Windows o nunca le dio a las teclas? ¿Se quedó quizá en la pluma o prefiere un buen lápiz de mina negra y roma? Si se quedó en la pluma, debe de ser uno de los mayores compradores de cartuchos de tina de Manhattan. Si se pasó a la tecnología de Sillicon Valley, su impresora debe de echar humo”.
Sherlock Holmes, el personaje de Conan Doyle, dijo algo que llama la atención en estos tiempos de computadoras e informática: “Resulta curioso el que las máquinas de escribir den a la escritura tanta individualidad como cuando se escribe a mano. No hay dos máquinas de escribir iguales, salvo cuando son completamente nuevas. Hay unas letras que se desgastan más que otras, y algunas de ellas golpean solo con un lado”.
Por cierto, García Márquez usa Mac, lo mismo que Alberto Fuguet. La mayoría de escritores emplea PC.
Para finalizar, dejo el link de una entrevista solo para interesados en el tema. Jacques Derrida habla únicamente sobre sus hábitos al escribir.

domingo, marzo 12, 2006

Antonio Cisneros y Rafael Robles

En Buena suerte, Peter Parker, reciente libro de Rafael Robles (Lima, 1982), aparece un poema bastante curioso titulado “Antonio Cisneros”. Entre otros versos, podemos leer: “Alguna noche el buen Toñito me saludará cuando esté sobrio” y “yo lo quiero mucho aunque él no me salude sin cerveza en los zapatos”.
Hace poco apareció una entrevista del diario La Primera, en la que Robles habla del humor en su libro (“Yo empleo el humor como una forma de suavizar y parodiar lo doloroso”) y del autor de Canto ceremonial contra un oso hormiguero (“A mí me afectó mucho leer la poesía de Cisneros, revisar cosas de él en algunos libros del colegio, y luego verlo borracho en Miraflores, que es cuando hemos hablado, porque sobrio nunca me ha saludado ni dirigido la palabra”). Hace unos días, en Vano oficio, Robles dijo que en aquella oportunidad Cisneros se dedicó a comportarse como un patán y a mirar lascivamente a sus amigas. A favor del maestro Cisneros podemos decir que Robles no ha dado detalles de sus jóvenes acompañantes. A lo mejor más de uno pudo haber consumado esa desmedida contemplación.
Al final de la entrevista, Robles hace una última confidencia. Cuando su libro estaba terminado, quiso pedirle un texto para la contratapa a su admirado Enrique Verástegui, pero acabó desistiendo al enterarse de que Verástegui "para eso cobra en plata y trago”.

jueves, marzo 09, 2006

Cuerpo enamorado

Cuerpo enamorado
Miro mi sexo con ternura
Toco la punta de mi cuerpo enamorado
Y no soy yo que veo sino el otro
El mismo mono milenario
Que se refleja en el remanso y ríe
Amo el espejo en que contemplo
Mi espesa barba y mi tristeza
Mis pantalones grises y la lluvia
Miro mi sexo con ternura
Mi glande puro y mis testículos
Repletos de amargura
Y no soy yo que sufre sino el otro
El mismo mono milenario
Que se refleja en el espejo y llora
Jorge Eduardo Eielson (1924-2006)

miércoles, marzo 08, 2006

Rushdie y Padma Lakshmi

En un post anterior mencioné a Siri Hustvedt, la bellísima esposa de Paul Auster. Siri, también escritora, ha publicado recientemente Todo cuanto amé; su obra maestra, según palabras del Tiramillas. ¿Qué otros autores han tenido como pareja a una mujer guapa? El caso más conocido es el de Arthur Miller, que estuvo casado con Marilyn Monroe y se dio el lujo de aburrirse de ella cuatro años después. Miller se vinculó luego con la fotógrafa austriaca Inge Morath, con quien al parecer tenía muchos más temas de conversación. La esposa de Camilo José Cela, Marina Castaño, mucho menor que él, tampoco estaba nada mal. Pero quien se lleva el premio gordo es Salman Rushdie, casado en cuartas nupcias con Padma Lakshmi, top model y actriz de profesión, linda por donde se le mire. Para quienes no la conocen, les presento a Padma en la fotografía de la izquierda. De nada.

lunes, marzo 06, 2006

Cercas sobre Bolaño

La revista Somos de El Comercio ha publicado una entrevista a Javier Cercas, en la que el autor de La velocidad de la luz hace un afectuoso y muy emotivo recuerdo de Roberto Bolaño. La he transcrito para los lectores de este blog. Estas son sus palabras:
"Recuerdo muchas cosas de Bolaño, porque le quise mucho y, si no me engaño, el afecto fue mutuo. Recuerdo el primer día que le vi, sin saber que era él, y también el último, sin saber que iba a ser el último. Recuerdo conversaciones telefónicas que duraban horas y horas, literamente. Recuerdo que al final de una de ellas, muy de madrugada, cuando ya habíamos colgado porque estábamos agotados y nos dolían las manos de sujetar el teléfono, volvió a llamarme para contarme, espantado, que ETA acababa de matar a Ernest Lluch. Recuerdo la tarde en que me dijo, en su casa, que estaba enfermo, y también recuerdo que no le gustaba nada hablar del asunto con nadie, salvo tal vez, y que yo sepa, con mi hermana, quien tenía una enfermedad a la suya. Recuerdo los gritos de alegría que pegábamos por teléfono el día en que me llamó para decirme que Los detectives salvajes había obtenido el premio Rómulo Gallegos. Recuerdo que una noche me llamó, entusiasmado, para leerme por teléfono la primera reseña de Soldados de Salamina. Recuerdo a toda la gente que se burlaba de su obra o lo despreciaba o lo ignoraba, y que ahora escriben sobre él como si hubieran sido amigos íntimos. Recuerdo infinidad de cosas más, pero lo que sobre todo recuerdo son sus libros. Son lo único que en definitiva importa, porque todo Bolaño está en ellos. Lo demás es literatura y, sobra decirlo, de la mala".

viernes, marzo 03, 2006

El dedo en la llaga

Mi gran amigo Jorge Coaguila ha inaugurado hace unas semanas El dedo en la llaga, un blog que contiene algunos de sus comentarios incluidos en su libro El color de la tierra, un glosario con reflexiones de autores peruanos, una crónica sobre las dedicatorias a los libros (yo tengo un pequeño post sobre este entrañable tema) y la famosa encuesta de 1994 sobre las mejores novelas nacionales. Este último punto me invita a una especulación. ¿Si la encuesta se hubiese realizado este año, cambiarían en algo las posiciones finales? Para comenzar, diría que País de Jauja, de Edgardo Rivera Martínez, ingresaría de todas formas entre las diez primeras. Recordemos que la encuesta fue realizada en 1995, cuando esta valiosa novela llevaba tan solo dos años en librerías y muchos de los interrogados no la habían leído.
Quizá Vargas Llosa también resultaría beneficiado con los años. Como sabemos, El pez en el agua apareció en 1993 y las estocadas que produjo estaban aún sangrantes. Algunos encuestados, me imagino que a regañadientes, mencionaban apenas una o dos novelas vargasllosianas en sus listas, si es que lo hacían.
En este tiempo, poco más de una década, han aparecido algunas buenas novelas que de seguro habrían formado parte de esta selección. De momento se me ocurren los nombres de Óscar Colchado (Rosa Cuchillo), Alonso Cueto (La hora azul), Jorge Eduardo Benavides (Los años inútiles), Julián Pérez (Retablo), Santiago Roncagliolo (Pudor), Iván Thays (La disciplina de la vanidad) e incluso las excelentes No me esperen en abril o La amigdalitis de Tarzán de Alfredo Bryce. Y probablemente me quede corto.