viernes, noviembre 25, 2005

La pluma se esfuma


Al menos cuatro de mis escritores más admirados han muerto a causa del cigarrillo.
Osvaldo Soriano, que habitualmente aparecía retratado con barba, gordo y canoso, murió por fumar en exceso.
Italo Svevo era igualmente una infatigable chimenea. Como constancia de ese romance con los cigarrillos ha dejado un desquiciante capítulo en La conciencia de Zeno, titulado “El humo", que bien podría haber servido de inspiración a Julio Ramón Ribeyro para el relato “Solo para fumadores”.
Hacia 1991, Ribeyro había cumplido cinco años sin volver a sus Yves Saint Laurent mentolados. Pero un buen día advirtió que sin cigarros no podía escribir, de modo que volvió a ellos con el propósito de retornar a sus mejores momentos como creador. Sin embargo, sus pulmones lo traicionaron mucho antes de lo que había planeado. Porque, salvo unos capítulos de sus memorias, que dejó incompletas, Ribeyro no había escrito gran cosa.
La misma tragedia acabó con Raymond Carver (en la foto). Cuando Carver concluyó su cuento “Tres rosas amarillas”, en el que narraba la agonía de Antón Chejov consumido por la tuberculosis, se le detectó un cáncer al pulmón. Murió poco después, sin otro legado que Un nuevo sendero hacia la cascada, su último poemario.

jueves, noviembre 24, 2005

Feria de Guadalajara


Mientras en Lima la tradicional Feria del Libro Ricardo Palma del parque Kennedy está a punto de empezar, en México se inaugura el próximo 26 la Feria de Guadalajara, la segunda más grande del mundo, y que en esta oportunidad tendrá a Perú como invitado de honor. En este link aparece el programa completo.
Varios de los protagonistas de la reciente discusión entre escritores de la costa y de la sierra (que por cierto dejaron de lado a las autores selváticos) estarán presentes en la actividad. Esperamos que esta vez los debates dejen algunas lecciones y no sirvan como una suerte de desfogue de las dos partes.
Por otro lado, el ciclo de cine peruano programa a Yo perdí mi corazón en Lima, de Alberto Santana, una de las películas más antiguas hechas en nuestro país y que ha sido restaurada recientemente con fondos de la UNESCO. ¿Habrá oportunidad de verla nuevamente por aquí?

lunes, noviembre 21, 2005

El arte de dedicar libros


La dedicatoria de un libro es probablemente la forma más sublime de honrar a una persona. Es decirle a alguien: “Te agradezco por alentarme, por ser mi amigo, por parecerte a mí o por ser el amor de mi vida”. Marguerite Yourcenar, explicando los motivos por los que no había dedicado a nadie sus Memorias de Adriano, dijo que para ella era una suerte de indecencia colocar una dedicatoria personal al frente de un libro en el que pretendía pasar inadvertida. Sin embargo, sostuvo que siempre existirá un compañero, un cómplice, siquiera en el trasfondo, en la aventura de un libro bien llevado o en la vida de un escritor.
Por ese motivo es para mí todo un misterio que novelas tan monumentales como Luz de agosto o Ulises carezcan de un agradecimiento. Por ejemplo, ¿por qué Hemingway no dedicó Adiós a las armas a su enfermera Agnes von Kurowsky? La dedicatoria en ese caso era tan obvia como la que colocó García Márquez al inicio de El general en su laberinto: “Para Álvaro Mutis, que me regaló la idea de escribir este libro”.
Salvo que alguien me asegure lo contrario, sostengo que los latinoamericanos se distinguen claramente como los grandes “dedicadores” de la literatura. La mejor dedicatoria que he leído en mi vida la escribió Alfredo Bryce en La última mudanza de Felipe Carrillo: “A Luis León Rupp, a quien siempre recibo en mi casa con una etiqueta negra en el whisky y el corazón en la mano”. Otra de Bryce que me parece estupenda está en La vida exagerada de Martín Romaña: “A Sylvie Lafaye de Micheaux, porque es cierto que uno escribe para que lo quieran más”. La última que cito de Bryce se encuentra en Permiso para vivir: “Dijo el sabio Borges, que más sabía por viejo y sabía más todavía por diablo: ‘Como todos los actos del universo, la dedicatoria de un libro es un acto mágico. También cabría definirla como el modo más gracioso y sensible de pronunciar un nombre’. Dicho lo cual, pronuncio muy graciosa y sensiblemente tu nombre, Pilar de Vega”.
Borges tiene una dedicatoria excelente en El hacedor. Se trata de un homenaje a Leopoldo Lugones: “Mañana yo también habré muerto y se confundirán nuestros tiempos, y la cronología se perderá en un orbe de símbolos y de algún modo será justo afirmar que yo he traído este libro y que usted lo ha aceptado”.
Estas dedicatorias tampoco están nada mal:
Ernesto Sábato en El túnel: “A la amistad de Rogelio Frigeiro, que ha resistido todas las vicisitudes de las ideas”.
Juan Carlos Onetti en Juntacadáveres: “Para Susana Soca: por ser la más desnuda forma de la piedad que he conocido”.
Mario Vargas Llosa en Conversación en La Catedral: “A Luis Loayza, el borgiano de Petit Thouars, y a Abelardo Oquendo, el Delfín, con todo el cariño del sartrecillo valiente, su hermano de entonces y de todavía”.
Nuevamente Vargas Llosa en La guerra del fin del mundo: “A Euclides da Cunha en el otro mundo, y en este mundo, a Nélida Piñon”.
Gesualdo Bufalino en Perorata del apestado: “A quien lo sabe”.
Antonio Muñoz Molina (en la foto) en Plenilunio: “Para Elvira, que tenía tantas ganas de leer este libro”.
Camilo José Cela en La familia de Pascual Duarte: “Dedico esta edición a mis enemigos, que tanto me han ayudado en mi carrera”.
Guillermo Cabrera Infante en Tres tristes tigres: “A Miriam, a quien este libro debe mucho más de lo que parece”.
Cyrill Collard en Las noches salvajes: “A mis hijos que, sin duda, jamás nacerán”.
Tom Sharpe en Wilt: “A Carne Uno”.
García Márquez tiene una dedicatoria fulminante en El amor en los tiempos del cólera: “A Mercedes, por supuesto”.
Termino este post con una frase genial de Juan José Arreola escrita en Palindroma: “La dedicatoria se suprime a petición de parte”.

jueves, noviembre 17, 2005

Ganadores y finalistas del Premio Copé 2002

Con un lamentable retraso de dos años, se presentó hace pocas semanas el libro de ganadores y finalistas de la XIII Bienal de Cuento “Premio Copé 2002”. Como se sabe, el Copé es el gran medidor de la salud cuentística en el Perú. No existe en nuestro medio otro premio con tanto prestigio y perseverancia como el Copé, y ninguno cuenta con galardonados de la talla de un Luis Nieto Degregori, un Óscar Colchado, un Fernando Iwasaki (en la foto), un Zein Zorrilla y un nutrido y respetable etcétera.
En esta ocasión el premio recayó en Gregorio Martínez, narrador notable, autor de la excelente novela Canto de sirena. El cuento de Martínez, “Guitarra de palisandro”, está ambientado en Manhattan y narra la historia de Domingo Chalco, un maestro nasqueño habilísimo en el arte de reparar y confeccionar guitarras, que se rebana accidentalmente el miembro viril mientras trabaja con una cuchilla de acero. El relato trasciende esa anécdota y crea un ambiente propio, alimentado con recuerdos de Coyungo y de Lima, con menciones al trío Los Panchos, a Lucho Barrios y a Los Embajadores Criollos.
El segundo premio recayó en “Sin cobijo en Palomares”, de Juan Manuel Chávez, un cuento con evidentes deudas a Juan Rulfo, que explora una relación de incesto entre hermanos con una prosa deliberadamente densa y misteriosa. El tercer lugar correspondió a “El fantasma”, de Héctor Asenjo, relato con referencias a la época subversiva, y que probablemente debió ceder su puesto ante otros cuentos mejor planteados, como el de Luis Freire (la historia de un cincuentón que conoce a una muchacha salida literalmente de un libro de Julio Ramón Ribeyro), el muy bien escrito de Edmundo Motta Zamalloa (los amores de un hijo con la mujer de su padre) y en especial el de Julián Pérez (la búsqueda de un profesor de escuela sobre su propia identidad andina).
Otros relatos destacables son “Maldita sea” de Julie de Trazegnies (cuento de buena factura sobre una pareja que se muda a una casa extraña y malévola), “Cachi-cachi, maldito” de Javier Gonzales (autor con buen oído para captar el habla del habitante andino) y “La gruta azul” de Marco García Falcón (páginas deliciosas sobre una pareja mayor que viaja a Europa en un tour). Mención aparte merece Carmen Díaz Costa, de quien he leído también “Achtung Andalucía” en el Premio Copé 2000. Díaz Costa, radicada en España, ha construido un mundo sobre la vida de la mujer peruana en Europa, con una voz muy personal, divertida y femenina.
Naturalmente, la mayor cantidad de premiados proviene de Lima y el Callao. Pero hay también un número apreciable de narradores de provincia: dos de Ayacucho, dos de Cusco, y el resto de Apurímac, Nasca, Virú y Tacna. Existen asimismo siete cuentos fantásticos (siete de veinte no está nada mal en un medio como el peruano, habituado al realismo) y cuatro que aluden al terrorismo, algunos como telón de fondo y otros, como el de Dante Castro, mucho más explícitos. Un relato bastante curioso es “Cuando llegaron los azules” de Teodoro Bernabé Pereda. El autor nos traslada a Trujillo, en la época en que los apristas eran perseguidos luego de tomar el cuartel O’Donovan. El relato poco a poco va tomando partido y finaliza con este elocuente párrafo:
“Así, oiga usted, con los azules, que a Dios gracias llegaron y se fueron sin reclamar nada; mas los apristas, ¡por la hostia divina!, se quedaron entre nosotros, aprovechándose de nuestra fértil hospitalidad y de nuestros sueños”.
Al principio de este comentario me refería al “lamentable retraso” con el que ha aparecido este volumen. Recordemos que Copé no está debiendo aún los libros de poesía de la bienal de 2003 y el tomo de cuentos de 2004. Esperamos verlos publicados dentro de muy poco en las pulcras ediciones que acostumbra hacer Petroperú (aunque en esta oportunidad se escapa por allí una que otra errata, asunto remediable para una próxima impresión).

lunes, noviembre 14, 2005

La lengua de Maradona


En Argentina ha aparecido el libro Diego dijo, de los periodistas Marcelo Gantman y Andrés Burgos. Se trata de una recopilación de frases vertidas por Diego Armando Maradona durante toda su vida. Hay dichos graciosos como: "Yo crecí en un barrio privado de Buenos Aires... privado de agua, de luz y de teléfono", pero también terribles: "Gianinna me preguntó: ¿Papi, cuándo vas a volver a jugar como en los videos? Me cortó las piernas".
En este link del suplemento Radar de Página/12 se pueden leer algunas frases. Se extraña la clásica: "A la pelota no se la ensucia".

jueves, noviembre 10, 2005

¿Qué habría sido usted de no ser escritor?


“Dígame, ¿qué haría usted si no escribiera libros?”. Esta pregunta es probablemente la segunda más recurrida por los reporteros de las secciones culturales cuando entrevistan a un escritor. La primera es, por supuesto, la referida a por qué se escribe, que muchas veces ha motivado respuestas fastidiadas en más de un poeta o novelista.
Afortunadamente, la cuestión que menciono en este post no ha despertado tanto aburrimiento. He reunido algunas respuestas de narradores hispanoamericanos que vale la pena revisar. La mayoría es muy divertida.
¿Qué habría sido de no ser escritor?
-César Aira: “Creo que soy de los que pueden decir con toda razón que si no hubieran encontrado su camino en alguna rama del arte, estarían tirados en la calle pidiendo limosna. Tengo poquísimas aptitudes para la supervivencia”.
-Jaime Bayly: “Si no fuera escritor me habría gustado ser escritora”.
-Mario Benedetti: “Siempre supe que quería ser escritor. Lo único que me hubiera gustado ser es campeón de ping-pong, pero la literatura me arrastró por otro lado. Forma parte del carácter, la vocación. En mi familia no hay ningún escritor, yo abro la dinastía literaria”.
-Roberto Bolaño (en la foto): “Me habría gustado ser detective de homicidios, mucho más que ser escritor. De eso estoy absolutamente seguro. Un tira de homicidios, alguien que puede volver solo, de noche, a la escena del crimen, y no asustarse de los fantasmas. Tal vez entonces sí que me habría vuelto loco, pero eso, siendo policía, se soluciona con un tiro en la boca”.
-Jorge Luis Borges: “No concibo otro destino que el literario para mí. En todo caso, el de lector, ya que quizá haya sido una imprudencia mía escribir. Pero no me imagino sino leyendo y escribiendo, lo cual no quiere decir que lo que escribo es bueno. No veo otro destino posible para mí. Ahora, desde luego, si pudiera ser matemático, tal vez sería más lindo. Siempre me interesaron las matemáticas, pero soy un pobre matemático. De aritmética nunca entendí; en cambio, soy un buen algebrista”...
-Alfredo Bryce: “Algo que a veces he logrado ser en la vida, por breves momentos solamente: hubiera sido torero... o a lo mejor, toro”.
-Camilo José Cela: “Me hubiese gustado chulear mujeres. Lo de escritor es fruto de la vocación y una paciencia ilimitada”.
En otra ocasión, Cela declaró: “Me hubiera gustado ser arzobispo de Manila. Hay que imaginarse lo bonito que debe ser ir con una capa de armiño sujeta por 40 subcanónigos tagalos, todos capones, desfilando bajo los cocoteros. Pero mi vida es una continua sucesión de frustraciones y eso no lo voy a ver nunca”.
-Antonio Gala: “No estoy dedicado, no soy un escritor de vocación, soy escritor de destino. No se me ha dado ninguna opción. Sé que no hubiera podido ser otra cosa, pero si tuviera que aventurarme diría que ebanista”.
-Gabriel García Márquez: “Si no fuera escritor, hubiera querido ser el hombre que tocaba el piano sin que nadie le viera la cara, solo para que los enamorados se quisieran más”.
-Javier Marías: “Me hubiera gustado ser músico, porque lo que se logra con la música no se logra con ningún otro arte, incluyendo la literatura”.
-Arturo Pérez-Reverte: “Durante 21 años fui reportero, y viví a gusto con mi trabajo. Imagino que de no escribir, ahora me dedicaría solo a navegar y a leer. Antes he dicho que soy un marino lector que accidentalmente escribe”.
-Javier Reverte: “Si no fuera escritor, me encantaría ser atracador de bancos”.
-Ernesto Sábato: “No me gusta ser escritor. Me gustaría ser arqueólogo, lingüista. O tener un pequeño taller mecánico en un barrio desconocido”.
-Mario Vargas Llosa: “Me hubiera gustado ser un gran aventurero, como uno de esos personajes de las novelas de Alejandro Dumas que leí de niño con verdadera devoción”.
-Manuel Vázquez Montalbán: “El Papa o el secretario del Partido Comunista, porque son las únicas dos personas con acceso a la verdad definitiva. Uno sabe si Dios existe y el otro sabe si la revolución es posible”.
-Enrique Vila-Matas: “¿Acaso ya no tengo tiempo de ser otra cosa?”.
-Juan Villorro: “Me hubiera gustado ser médico”.

lunes, noviembre 07, 2005

¿Argüedas con diéresis, Garcilazo con zeta?


¿Quién no ha descubierto alguna vez, en diarios o revistas, una errata lamentable como “Julio Ramón Ribeiro” o “César Vallejos”? Este tipo de gazapos son siempre molestos pero en cierto modo comprensibles, debido a la premura de tiempo en los cierres de edición de las publicaciones periódicas. Naturalmente, no solo los medios escritos cobijan los maltratos del idioma. Hasta los más respetables comentaristas de radio y televisión son proclives a equivocarse y de hecho se equivocan.
Pero lo que resulta realmente intolerable es que una institución educativa como la Universidad del Callao presente errores tan vergonzosos como los que constan en su prospecto de admisión de este año. En una sola página, la correspondiente al cuestionario de Literatura, se puede leer: Pérez Galdos en lugar de Pérez Galdós, Moliere por Molière, Gonzáles Prada por González Prada y José Marti por José Martí.
Garcilaso de la Vega, el poeta español, se escribe como Garcilazo de la Vega, con una zeta que haría sonrojar a cualquier estudiante de primaria. Nuestro Garcilaso (en la foto), el Inca, sí está bien escrito, sin duda más por un golpe de suerte que por verdadero conocimiento. La Universidad del Callao ha inventado además a un escritor romántico argentino llamado José Hernandos. Evidentemente, se trata de José Hernández, el famoso autor de Martín Fierro. Pero esto no es nada. El desliz que más enfurece es el referido a José María Arguedas, cuyo apellido aparece como Argüedas, con diéresis. En este caso no cabe disculpa alguna. ¿Cómo es posible que una universidad peruana cometa semejantes desatinos? ¿Resulta muy caro contratar a un corrector calificado? ¿O la Universidad del Callao piensa que es un gasto innecesario?
Se podría sospechar que a los postulantes a carreras de ciencias y números no les interesan estos detalles. Este argumento solo es válido si se quiere educar a ingenieros o científicos sin ninguna formación humanista. En el Perú ya sabemos lo que esto puede acarrear. Durante diez largos años tuvimos como presidente a un ingeniero que se enorgullecía de no haber leído un solo libro en su vida. Y ya sabemos qué política cultural y qué desastres propició en ese periodo el dictador de origen japonés, felizmente ya capturado.

sábado, noviembre 05, 2005

Internerds


La disquera Internerds, independiente hasta el tuétano, ha colgado en su portal el disco Dormitorios electrónicos, un recopilatorio de bandas absolutamente desconocidas, pero talentosas y experimentales a rabiar. Las pistas están grabadas con electrónica casera, y, según nos dice la disquera, se han desechado los sintetizadores y los racks de efectos, por los gratuitos plug-ins y hasta por aquellos teclados Casio Tone de dos octavas que estuvieron de moda hace ya casi dos décadas.
“Lo que tenemos aquí son melodías trabajadas con calma y paciencia”, dice la presentación. “Nada de shuffles, randoms, disonancias o interminables paisajes creados al uso y abuso indiscriminado de capas y capas de procesos digitales”. En resumen, un pop electrónico artesanal e inteligente, con atractivos cortes melódicos como los de Aural Noise o Jardín Solar y hasta un tributo a las fiestas patronales a cargo de Alan M. Internerd se define como un sello sin fines de lucro, nacido a la sombra del intercambio peer-to-peer usado hoy en día por el Emule o el Soulseek. Su lema es: “Nacimos para perder (dinero)”. Hace unos meses salió a la luz el gran Mixtape, tres discos de descarga gratuita con grupos muy interesantes como Rayobac o Serpentina Satélite. Desde entonces los recomiendo cuando puedo. Larga vida a este portal.

miércoles, noviembre 02, 2005

Títulos (capítulo final)


Con esta lista cierro el tema de los mejores títulos de libros.
-A través del río y entre los árboles de Ernest Hemingway. Un título bellísimo. No muy atrás anda Por quién doblan las campanas.
-El marinero que perdió la gracia del mar de Yukio Mishima. Otro título excelente de él es Confesiones de una máscara.
-Viaje al fin de la noche de L. F. Celine.
-El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad.
-Una habitación con vistas de E. M. Forster.
-En busca del tiempo perdido de Marcel Proust.
-El sonido y la furia y Mientras agonizo de William Faulkner.
-Suave es la noche de Scout Fitzgerald.
-Hay quien prefiere las ortigas de Junichiro Tanizaki.
-Tomaso y el fotógrafo ciego de Gesualdo Bufalino.
-El corazón es un cazador solitario y Reflejo en tus ojos dorados de Carson McCullers.
-La muchacha de las bragas de oro de Juan Marsé.
-Buenos días, tristeza de Françoise Sagan.
-El zafarrancho aquel de Vía Merulana de Carlo Emilio Gadda.
-Enséñanos a superar nuestra locura de Kenzaburo Oe (en la foto).
-¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor? de Raymond Carver.
-Si una noche de invierno un viajero de Italo Calvino
-Lo que resta del día de Kazuo Ishiguro.
-El primer siglo después de Beatrice de Amin Maalouf.
-Una historia del mundo en diez capítulos y medio de Julian Barnes.
-Un muy recomendable volumen de cuentos de Javier Marías lleva por título Cuando fui mortal. Otros nombres de Marías son en realidad versos o referencias de Shakespeare: Mañana en la batalla piensa en mí y Corazón tan blanco (“My hands are of your colour; / but I shamed to wear a heart so white”).
-El orden natural de las cosas de Antonio Lobo Antunes.
-Frente al espejo de una mujer de Ismael Kadaré.
Los aportes son bienvenidos.