lunes, julio 17, 2006

Bryce sobre Pynchon

El suplemento Cultura de La Nación ha publicado un artículo muy bueno de Alfredo Bryce sobre Thomas Pynchon, en especial sobre su novela Mason & Dixon, a la que llama "todo un compendio de erudición y fantasía, muy dentro de la gran tradición de Tristram Shandy y Henry Fielding".
El texto comienza con una observación sobre el conocido carácter elusivo de Pynchon:
"Thomas Pynchon es un escritor casi único en la literatura norteamericana contemporánea. Nacido en 1937, en Long Island, en el estado de Nueva York, no suele publicar más de un libro por década y cada vez es menos lo que se sabe de él: solo existe una foto suya, probablemente de 1957, y no se sabe dónde vive ni de qué. Hace mucho tiempo que nadie lo ha visto y los hechos que se conocen de su vida se limitan a un diploma de ingeniero obtenido en la universidad de Cornell, dos años de servicios de marina, algunos cursos de letras, asistencia a las clases de literatura que dictaba Nabokov y algunos meses de trabajo para la compañía Boeing, en Seattle. Lo último que se ha sabido de él es que vivió un tiempo en California y luego se marchó a México".
He copiado todo el artículo en el primer comentario de este post.
Hablando de Bryce, RPP Noticias acaba de publicar unas declaraciones en Lima de Herbert Morote, quien, como sabemos, lo ha denunciado por plagio. Esta es la noticia:
(RPP Noticias) El estudioso de la educación y economista, Herbert Morote, reclamó la autoría de un artículo que el connotado escritor Alfredo Bryce Echenique publicó en el diario El Comercio como suyo, el 25 de junio de este año.
Según precisó, casi un 80% del artículo responde a la transcripción literal del manuscrito que le envió a Bryce Echenique —vía e-mail— para su revisión, fue publicado en el diario.
"No solo coinciden (los planteamientos), son copiados textualmente. Con puntos, comas y hasta con errores. Es un asunto que escapa de mi capacidad negociadora y lo he puesto en manos del estudio (de abogados) Barrera Moller", señaló.
Tras aclarar que no quiere llegar a ningún asunto legal, señaló que solo le bastaría que el autor de Un mundo para Julius le pida disculpas.
Bryce Echenique publicó una carta, en el mismo medio de comunicación, agradeciendo el apoyo del estudioso en el artículo mencionado, pero en ningún momento consignó que este había sido copiado textualmente, por lo que Morote insiste en su denuncia.
Cabe destacar que ambos intelectuales radican en Madrid y que, según Herbert Morote, el escritor peruano había prometido arreglar el incidente una vez llegado a la ciudad española pero la reunión nunca se produjo.

4 comentarios:

Juan Carlos Bondy dijo...

Mentiras indispensables
Por Alfredo Bryce Echenique

Thomas Pynchon es un escritor casi único en la literatura norteamericana contemporánea. Nacido en 1937, en Long Island, en el estado de Nueva York, no suele publicar más de un libro por década y cada vez es menos lo que se sabe de él: sólo existe una foto suya, probablemente de 1957, y no se sabe dónde vive ni de qué. Hace mucho tiempo que nadie lo ha visto y los hechos que se conocen de su vida se limitan a un diploma de ingeniero obtenido en la universidad de Cornell, dos años de servicios de marina, algunos cursos de letras, asistencia a las clases de literatura que dictaba Nabokov y algunos meses de trabajo para la compañía Boeing, en Seattle. Lo último que se ha sabido de él es que vivió un tiempo en California y luego se marchó a México.
Tras la aparición de Gravity s Rainbow (El arco iris de la gravedad), en 1973, verdadero Moby Dick posmoderno, que comienza durante el bombardeo de Londres en la Segunda Guerra Mundial, publicó la novela Vineland, en 1990, y luego sólo unos cuantos artículos, hasta que en 1997 llegó el gran acontecimiento: la novela Mason & Dixon, descomunal obra maestra que lo situó en las cumbres de la llamada "narración enciclopédica", en la línea de Cervantes, Dante, Rabelais, Sterne, Joyce, Borges...
El libro se abre con el nacimiento de los EstadosUnidos, a finales de 1786, y mientras el "pastor nómade", Reverendo Wicks Cherrycoke, relata las peregrinaciones de sus compañeros de ruta, Mason y Dixon, para felicidad de dos jóvenes oyentes, sus sobrinos Pitt y Pline. De entrada nos encontramos con la historia dentro de la historia y la novela de la novela, con la interminable puesta en marcha de todo tipo de ramificaciones narrativas y las infinitas "mil y una noches" que caracterizan toda la obra de este escritor excepcional. Los jóvenes oyentes, los tintilantes Pitt y Pline, le restituyen al relato toda la frescura de su entusiasmo infantil y, a la vez, van creando la distancia imprescindible de la lectura real.
Mason y Dixon, los personajes que dan título al libro, son dos astrónomos ingleses encargados por la Royal Society de Londres de asistir al paso de Venus por la isla de Sumatra. Se trata de un viudo melancólico y de un cuáquero amante de la buena vida, compadres en las buenas y en las malas, y viva encarnación de las dos facetas de nuestra humanidad ciclotímica. Ambos personajes se embarcan en un velero de pacotilla y en su extravagante periplo llegan al Nuevo Mundo, tras haber doblado el cabo de Buena Esperanza, donde, además de las estrellas, observan los horrores de la esclavitud, el racismo de la comunidad blanca, y las atroces prácticas de la V. O. C., la compañía holandesa que prefigura el mercantilismo universal. En los Estados Unidos se toparán, entre otros, con un tal Washington, fumador empedernido de una muy fuerte "hierba aromática", y con un tal dr. Franklin, inventor loco y virtuoso de la flauta de vidrio. En fin, todo un compendio de erudición y fantasía, muy dentro de la gran tradición de Tristram Shandy y Henry Fielding.
Pero, a pesar de su maravilloso sentido del arcaísmo, Pynchon no se detiene en la caricatura del habla del siglo XVIII. Su pluma no cesa de inventar, y su erudición, siempre llena del mejor humor, posee la vitalidad del sin sentido y la parodia, a lo Lewis Carroll, y, por qué no, a lo Monty Python. La doble formación científica y literaria de Thomas Pynchon y su ascendencia puritana (su antepasado William Pynchon escribió un tratado de teología anticalvinista que fue quemado en las calles de Boston) han dejado una profunda huella en toda su obra. Pynchon se interesa por todo lo que es lógico, pero también por todo lo absurdo, y encuentra un incesante vaso comunicante entre ambos extremos, aunque, como suele recordarnos en este inmensa novela, "nuestra época es muy poco clemente con todo aquello que la inquieta".
La fantasía es el arma de la gran resistencia ante el hiperracionalismo que nos rodea. Y Thomas Pynchon recurre a ella incesantemente, desde la primera hasta la última página de una novela que bordea las ochocientas. La fantasía de este autor casi único en la literatura norteamericana contemporánea encarna la titánica lucha contra aquel escepticismo sistemático que encuentra increíble que una buena dosis de mentiras sea a veces indispensable para el descubrimiento de la verdad.

Martín Zúñiga dijo...

sobre el tema Bryce-Morote, no me extraña nada en verdad. No es por hablar mal de Julius y de su autor, pero hace poco cenaba yo con Dante Medina, amigo personal de Bryce hace años -compartieron piso decadas atrás en el barrio latino- y bueno, todo termino mal, por una causa parecida al caso Bryce-Morote. Lastima por Bryce.

Martín Zúñiga dijo...

Y hablando con Dante Medina, -sé que estas noticias son viejas-, pero por siaca y porque dante es un buen amigo, copio este texto que buenamente me hizo llegar Dante:
"Yo nunca he peleado con Bryce. Seguimos siendo amigos. Nunca nos hemos hecho nada adverso el uno al otro. Yo de él -además de zapatos, chamarras, libros, tragos- no he recibido nunca ningún agravio ni siquiera un gesto adverso. Todo lo contrario: ha sido siempre muy generoso conmigo.

En cierta sub-literatura se habla de un inventado pleito entre Alfredo y yo. Lo inventó un sinvegüenza cubano, lacayo del régimen, mal poeta, Lisandro Otero, que contó una anécdota completamente invitada, donde Bryce me insultaba. La realidad es otra: yo defendí a Bryce de los abusos de ese tipejo cuando Alfredo estaba borracho y él abusaba de su hospitalidad, y eso le molestó tanto que publicó infamias en un periódico mexicano. Y es tan falsa la anécdota, que el tonto y abyecto Lisandro, dice que yo era estudiante (falso: era profesor) de la universidad, que soy negro (falso: tiro a blanquito y con buena voluntad el color de mis ojos es verde aceituna tierna -ah, cómo me quiero, eh?).

Nada que ver con el caso Morote, como insinúa tu texto. Jamásnunca he dicho yo o sugerido que Bryce me hubiese plagiado nada, ni muchísimo menos. La confianza conmigo era tanta, que conocía sus textos de primera mano, inéditos, recién escritos, y me enteraba de a quiénes se referían.

Valga la aclaración, por si quieres compartirla."

y claoq ue quiro compartirla, no vaya a ser que por chismes (deporte nacional en el Perú) las cosas se malogren.

Juan Carlos Bondy dijo...

Aclaración realizada.