sábado, octubre 22, 2005

La industria de fideos letritas


Hace unos años, Gabriel Zaid, el viejo poeta mexicano, hizo este comentario sobre las secciones culturales de los diarios: “Es más rápido entrevistar a un escritor que leer sus libros. En cierta forma, es como haberlo leído un rato, amenamente, en vez de pasarse horas, días y semanas leyéndolo”. Hasta donde tengo entendido, Zaid nunca ha concedido entrevistas ni se ha dejado fotografiar.
Así como él, muchos escritores han lanzado frases entre ingeniosas y mortíferas contra los reporteros culturales.
William Faulkner, por ejemplo, dijo alguna vez: “La razón de que no me gusten las entrevistas es que suelo reaccionar con violencia a las preguntas personales. Si las preguntas se refieren a la obra, trato de contestarlas. Pero si se refieren a mí, puede que las conteste y puede que no. Y aun cuando lo haga, si me hacen la misma pregunta al día siguiente, la contestación tal vez sea diferente”.
Juan Carlos Onetti, por su parte, declaró: “Siempre tengo que soportar a los periodistas que preguntan: ¿Por qué escribe? ¿Para qué escribe? Conversaciones tontas que no hacen más que repetirse y a la que no me queda más remedio que someterme”. En otro momento dijo: “¿Qué hace un viejo como yo tirado en la cama? Leer mucho, escribir mucho y esperar la agridulce felicidad de que, de vez en cuando, una muchacha hermosa me venga a molestar haciendo preguntas”.
En plano más bromista, César Aira ha sostenido: “No me gustan las entrevistas porque no estoy convencido de que mis libros sean buenos y encuentro que es un poco injusto con los editores hablar mal de mis libros y recomendar a la gente que no los lea”.
Otros autores enfurecen por la sola idea de una entrevista y la rechazan de plano. Paul Bowles, para poner por caso, argumentaba: “Hay gente que cree que la persona del escritor tiene algún valor, pero yo no lo creo. Lo interesante de un escritor es lo que escribió, no quién fue o qué sentía. Eso no es nada. Todo está en sus escritos”. Roberto Bolaño pensaba lo mismo.
Luego de un incidente con cierto reportero peruano, Miguel Gutiérrez dijo que algunos periodistas no respetan lo que dice el entrevistado, pues aumentan y disminuyen lo dicho a su antojo. Fernando Vallejo, de igual modo, ha admitido que se horroriza cuando lee una entrevista suya en los diarios. La razón de este espanto es el título que corona el texto, que, a su parecer, invariablemente es una frase fuera de foco o tomada de los pelos.
Por el mismo rumbo se encuentra el excelente poeta José Emilio Pacheco, que señaló en una ocasión: “'Padezco un asedio terrible todos los días por teléfono. Me habla gente preguntándome de cosas que yo no sé... ¿qué piensa de la coalición?, ¿qué piensa del aborto?, ¿cómo ve el sida?... ¿Qué puedo saber yo de eso? No me gustan las entrevistas, porque uno se vuelve actor y solo busca quedar bien. No hay conversación”. Emil Cioran también detestaba dar declaraciones a la prensa. Pero cuando aceptaba darlas, cuando capitulaba, se mostraba muy amable y nostálgico.
Jorge Luis Borges (en la foto) merece capítulo aparte. “El periodismo es una industria como los fideos letritas”, afirmó una vez. En otra oportunidad, durante un viaje a Estados Unidos, un reportero le solicitó su opinión sobre la labor de las masas. “Bueno”, dijo Borges, “veo que usted es platónico y yo aristotélico. Yo no pienso en las masas, yo pienso en los individuos. Su pregunta es demasiado abstracta para mí”.
Sobre los periodistas en general, afirmó: “Creo que estoy dejándome estafar por ellos. Ellos cobran por los reportajes y no me pagan ni un centavo... Pero la televisión es lo peor. Lo someten a uno a incomodidades basadas en la idea de que uno desea ser visto y yo no me considero especialmente lindo... No tengo ganas de que me vean”.
Pues bien, ¿qué diría Borges al ver todo lo que hace un escritor contemporáneo cuando publica un nuevo libro (larguísimos viajes, veinte entrevistas diarias, apariciones en televisión, rondas de autógrafos y aburridas presentaciones)?

2 comentarios:

Juan Carlos Bondy dijo...

Gerardo, buena y grata sorpresa me has dado. No te preocupes si no sabes usar el blog. En realidad, yo tampoco sé hacerlo. Incluso acabo de eliminar sin querer el mensaje que tan afectuosamente me habías enviado. Qué se va a hacer, somos un completo desastre. Un abrazo.

Anónimo dijo...

ME ENCANTA ZAID, EL DESPERATADOR DE CONCIENCIAS DE MEXICO, COMO LO LLAMO PAZ