Mi buen amigo Augusto Effio Ordóñez presentará el próximo viernes un excelente y muy parejo primer libro de cuentos: Lecciones de origami, editado por Matalamanga. Augusto, compañero de lecturas, blogs y butifarras con manzanilla, es ganador del primer premio del Concurso de Librerías Crisol en 2003 y del Copé de Plata (que tranquilamente pudo ser Copé de Oro) en la XIII Bienal de Cuento organizada por Petroperú en 2004.
Como testigo de la escrupulosa elaboración de Lecciones de origami, recomiendo especialmente dos cuentos: el primero, que da título al libro, y “La última entrega de Jesús Camarena”, ambos teñidos de minuciosas descripciones y un irremediable tufillo a corrupción.
La ceremonia se realizará el viernes 1 de diciembre a las 7:30 p. m. en la Sala Lumière de la Alianza Francesa de Miraflores (avenida Arequipa 4595). Los presentadores serán los narradores Enrique Prochazka y Jorge Valenzuela, y Pierre Emile Vandoorne de la editorial Matalamanga.
Transcribo los comentarios de la contratapa:
“Ocultos en el prolijo lenguaje de Lecciones de origami, hay detalles que desenmascaran que, sin duda, Effio viene observando a los humanos durante mucho más tiempo que el que su edad debería haberle concedido. Su marca personal son estas telarañas que vigilan telarañas: sutiles relaciones entre voces que no admiten que el mundo sea tan simple como parece requerirlo buena parte de nuestra actual literatura, empeñada en creer grácil tan solo lo tenue, o lo ligero” (Enrique Prochazka).
“Al terminar de leer los cuentos de Augusto Effio, el sabor que nos queda en el paladar es de una melancolía sin límites. Es, en todo caso, un asunto del alma: el libro derrama desde el primer párrafo una nostalgia envolvente que brota de todos lados. Effio apuesta por lo profundo, por lo formal y complejo, sin restricciones” (Sandro Bossio).
“Lecciones de origami son seis historias y una ciudad, San Cristóbal, que se espera venir desde el segundo cuento y que se sabe será el telón de fondo de las siguientes historias. Se trata de una ciudad tan peruana como la Santa María de Onetti podía ser un híbrido entre Montevideo y Buenos Aires. Ciudad de sordidez ribeyriana que sirve de blanco perfecto para la ironía de los híbridos” (Pedro Llosa).
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