El último artículo de Gregorio Martínez en Perú 21 comenta los incidentes de plagio que han tenido Alfredo Bryce y Rafo León en semanas recientes. Sobre el primero, Martínez exige las pruebas fehacientes a Herbert Morote, quien acusó a Bryce de copiar párrafos enteros de su libro inédito en un artículo publicado en El Comercio.
Con Rafo León, en cambio, el tono es más severo. Dice Martínez: “Muy distinto cariz posee el caso de Rafo León. En cuanto autor, pide disculpas y arguye ‘haber plagiado por descuido’. Tal frase, más que aporía, resulta una cantinflada. Sería plausible si el quiebre expresivo hubiera sido intencional, en su línea de humor. Pero no, Rafo León lo dijo en serio, con cara de agobiado editor sin brújula que se apoya demasiado en asistentes”.
En una entrevista de Cecilia Valenzuela en el programa La ventana indiscreta, León declaró: “Yo no sé cuál sea el alcance legal de la palabra plagio, me imagino que en la legislación del Indecopi lo que ha ocurrido acá podría caber en esa categoría. Sin embargo, en una acepción coloquial, plagio suena a algo quizá más aparatoso o complejo. Plagio es lo que le hicieron a Nicolás Yerovi con una novela, o lo que hizo un abogado hace un año cuando se levantó un editorial completo de Tomás Eloy Martínez y lo publicó con su nombre en un diario”.
Sobre esto, Martínez dice: “Quiere decir que después de pasar por la Universidad Católica y por estudios de ciencias sociales, Rafo León ignora que plagio equivale a asalto y robo, a secuestro, a apropiación del trabajo ajeno. Ese es el alcance legal y semántico de la palabra”.
Según León, elaboró algunos de sus textos basándose en las notas de un investigador asistente, Marco Avilés, que “completaba los recorridos que yo no podía hacer y me pasaba sus propias notas”. Avilés, además, buscaba información ya publicada, la remitía a León con los datos sobre el autor y la fecha, y él le daba forma hasta obtener la crónica final.
El autor de Canto de sirena es mucho más riguroso cuando se refiere a este método de trabajo. Señala: “En en afán de disculparse o, más bien, salvar cara, Rafo León echa mano de otro eufemismo: ‘Voltear información’. No sé quién le habrá dicho a Rafo León que voltear información es periodismo ético. Esa práctica es un mal necesario y vergonzante cuyo ejercicio jamás debería reconocerse como algo normal. Aun voltear cables es ilícito”.
Como sabemos, el autor de Lima bizarra (por cierto, el título se tomó prestado de Santiago bizarro, del chileno Sergio Paz) pidió disculpas públicas a los periodistas que fueron víctimas de su negligencia: Javier Masías, Norka Peralta, Héctor Villalobos y David Hidalgo, de quien copió hasta la bajada del artículo. Es lo mínimo que se merecen por el valor de su investigación y de sus datos obtenidos. Por eso es saludable que se haya colocado una fe de erratas a los ejemplares que aún quedan en librerías. De lo contrario, habría sido necesario sacarlos de circulación.
En todo caso, de lo dicho por León se desprende que escribió un conjunto de crónicas sobre lugares que no ha visitado y que no revisa la edición de sus propios libros. También habría que recordarle al autor que en español el término “bizarro” no significa “raro”, como aparentemente supone. Según la Real Academia Española, el adjetivo tiene dos acepciones:
bizarro, rra.
(De it. bizzarro, iracundo).
1. adj. Valiente (esforzado).
2. adj. Generoso, lucido, espléndido.
3 comentarios:
En efecto, León ha tomado la acepción más gringa y de uso más reciente del término (en estas alienadas latitudes, al menos), que el Thesaurus online define como: 'Conspiuously or grossly unconventional or unusual'. Conociendo el enorme background de León (cuyo plagio, como alguna vez conversamos, yo entendía algo más venial, por ser un personaje que me resulta tanto o más simpaticón que la machucable piernona Lorena Tudela Loveday, hija suya) es de suponer que tal título ingeniosamente plantea la ambigüedad que supone pensar a Lima como castiza, generosa y espléndida cediendo el paso -con falseada gallardía y mohosa altivez- a esta urbe horrorosa y conspícuamente estrafalaria en la que vivimos.
¡Ánimo con las investigaciones y pesquisas, Juan Carlos! pues, como diría Melcochita, '¡Algún día caerá la venda que cubre, ¡ay!, los ojos de la justicia...!'
Charles
Otronó digo:
El DRAL remite 'Bizarro' a la palabra italiana 'Bizzarro', cuya primera acepción (Dizionario De Mauro, online) resulta en algo 'Che colpisce per stranezza e originalità, fuori dal comune, stravagante'; recién la tercera acepción es 'iracondo, collerico'. A lo mejor a alguien se le ocurrió reivindicar para el castellano el término 'bizarro' definiendo sólo lo valiente y generoso. Como fuere -petitio principii, enredo, notoria omisión o twister mental- si me preguntan y visto lo anterior, creo que bizarro definiría también con bastante propiedad aquello sensiblemente extravagante.
Charles, bis.
Pienso que deben retirar todos los ejemplares del mercado. Lo peor, es que se anuncia "Cuzco bizarro". Creo que la editorial Santillana debe pensarlo dos veces.
Ernesto Gutiérrez Román
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