Hermann Rorschach, psiquiatra suizo, es autor del famoso test del mismo nombre, que consiste en descubrir los rasgos del carácter y el germen de los problemas afectivos mediante la exposición al paciente de diez láminas con manchas de tinta. Esta es la idea que ha tomado Pedro José Llosa (Lima, 1975) para Protocolo Rorschach, finalista del Premio Nacional de Narrativa PUCP 2004, recientemente publicado. El libro está compuesto por diez cuentos, cada uno antecedido por una lámina. El primero, titulado “El test”, sirve como explicación o soporte al conjunto. El protagonista escribe una decena de historias, pues sabe que Rorschach se había inspirado en un número idéntico de relatos para inventar sus láminas. De este modo interpreta y actualiza al psiquiatra según una visión contemporánea.
A primera vista podría parecer un volumen demasiado conceptual o científico, pero la lectura de los cuentos nos desengañará rápidamente de este prejuicio. Quizá salvo “Hebefrenia”, que segrega mucha teoría psiquiátrica innecesaria entre líneas, los demás cuentos abordan temas de fracasos amorosos o infidelidades. Incluso los tres últimos (“Luz verde”, el ya mencionado “Hebefrenia” y “La niña de Onetti”, finalista del Copé 2004) abordan relaciones amorosas entre hombres ya adultos con niñas o adolescentes.
En “La niña de Onetti”, que me parece el mejor cuento del libro, un periodista sigue el caso de una muchacha uruguaya, de 17 años, que se ha suicidado sin causa aparente. El autor se vale de este hecho para homenajear en pocas páginas al notable Juan Carlos Onetti, quien es llamado por un personaje como “el escritor de los tristes”.
Otro tributo semejante ocurre en “Buscando a Forster”. El protagonista es capaz de cualquier cosa (como involucrarse sentimentalmente con una inglesa espantosa de paso por el Perú) con tal de llegar a Cambridge y convertirse en el nuevo E. M. Forster.
En el estupendo cuento “Chacarita” el homenaje no es tan explícito, pero sí muy evidente. Un ingeniero físico argentino con gran éxito en Europa decide regresar a su patria para abandonar las ciencias y dedicarse a escribir y pintar. Para más señales, el físico en cuestión se llama Ernesto. En seguida el lector asume que se está hablando de Ernesto Sabato y página tras página espera que se aborde algún rasgo conocido en la biografía del autor de El túnel. El personaje, sin embargo, da un giro imprevisto y se transmuta en una suerte de Juan Pablo Castel, capaz de matar a la mujer que lo obsesiona.
A pesar de algunos relatos poco satisfactorios (“Parricidio”, “Horas de vuelo”), Protocolo Rorschach tiene nota aprobatoria. Antes de este libro Pedro José Llosa había publicado Viento en proa, ganador del Premio Dedo Crítico 2002.
2 comentarios:
Equilibrada reseña Juan Carlos. Mi favorito del conjunto es "El Común",pero comparto contigo el entusiasmo por "Chacarita" y "La niña de Onetti". Es incomprensible que este conjunto de relatos no hay merecido mayores atenciones. Un abrazo. Augusto E.
Yo tampoco entiendo cómo un libro tan bueno como este puede pasar desapercibido, por lo menos hasta ahora. Esperemos, esperemos.
Un abrazo.
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