viernes, octubre 14, 2005

El nuevo Nobel


Hace menos de una semana, Knut Ahnlund, que ocupaba la silla número siete en la Academia Sueca, renunció a la institución echando pestes contra los demás miembros y contra los premiados con el Nobel en años anteriores. Ahnlund dirigió sus misiles especialmente hacia Elfriede Jelinek y afirmó que su obra es “pobre”, “insuficiente”, “pornográfica” y “carente de gusto”.
Por ese motivo, algunos ingenuotes (como quien escribe) pensábamos que este año la Academia Sueca iba a sacudirse de sus famosos prejuicios para elegir a los premiados, que, por ejemplo, dejaron sin Nobel a un Borges o a un Joyce. Incluso estuve a punto de apostar por Mario Vargas Llosa, mi eterno candidato, pero sabiamente me contuve a tiempo.
En fin, el elegido es Harold Pinter (en la foto), un dramaturgo con una treintena de obras y orgulloso intelectual con compromiso político. La primera en celebrar el triunfo fue Jelinek, naturalmente, que llamó escritor “fantástico” a Pinter y halagó su simpatía con la izquierda.
Luego de superar un delicado tratamiento contra el cáncer, a principios de 2003, Pinter comentó así la invasión a Afganistán: “Supe que emerger de una pesadilla personal era entrar en una pesadilla pública infinitamente más avasallante: la pesadilla de la histeria, la ignorancia, la arrogancia, la estupidez y la beligerancia norteamericanas”. Entre otras cosas, Pinter ha sostenido que Tony Blair es un “criminal de guerra” y que Estados Unidos es una nación dirigida por una “pandilla de delincuentes”.
En marzo de este año Pinter declaró que el clima social en su país era “muy, muy preocupante” y que había decidido alejarse de la creación artística. De esa forma podría dedicarse a tiempo completo a enjuiciar la labor de los dirigentes políticos, trabajo que ha realizado con gran eficiencia.
Pinter deseaba el Nobel de la Paz y se llevó el de Literatura.

2 comentarios:

Anónimo dijo...
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Maria Hierba dijo...

sigo esperando que se lo den a vargas llosa.

snif.