jueves, julio 27, 2006

Entrevistas escogidas a Bryce

Una nueva noticia sobre Alfredo Bryce. Acaba de salir Entrevistas escogidas, de Jorge Coaguila, con 25 textos aparecidos en medios peruanos desde 1971 a 2006. Esto es, desde el año siguiente de la publicación de Un mundo para Julius hasta nuestros días. Se trata de una edición corregida y aumentada del libro de julio de 2004, también del Fondo Editorial Cultura Peruana.
Bryce habla de libros, de cine, de su fama de bebedor, de política y hasta de la relación con su madre. Son recomendables las entrevistas de César Hildebrandt (1972), de Bedoya/De Cárdenas/Huayhuaca/Ledgard (1983), de Esteban González (1987), de César Ferreira (1988), de Alfredo Barnechea (1997) y de Milagros Leiva (2005).
Luego de los excelentes Las respuestas del mudo (1998) y Entrevistas escogidas a Mario Vargas Llosa (2004), Coaguila completa la trilogía de recolección de conversaciones a tres de nuestros más grandes narradores.
Transcribo el primer párrafo de la introducción:
Cuando era escolar vio a su enamorada engañándole con otro y se lanzó a una acequia. Luego de cantar boleros hasta las siete y media de la mañana en un pequeño local del Centro de Lima, iba vestido de smoking a la universidad para rendir examen. Asegura convencido de que la influencia determinante de su estilo literario no la recibió de un escritor sino de un amigo abogado, con quien pasaba horas de horas conversando. Tuvo que reescribir íntegros dos libros de cuentos, Huerto cerrado (1968) y Magdalena peruana (1986), pues se los robaron aún inéditos. Después de leer que los críticos señalaban que él había recibido la influencia de determinados narradores, iba directamente a la librería para comprar los libros de estos autores, «leerlos y saber por qué han influido en mí antes que los leyera». Su obsesión por la responsabilidad le impulsaba a salir con ambulancia y enfermera del hospital psiquiátrico en el cual se encontraba recluido por sufrir de insomnio, para dictar clases en la Universidad de Montpellier. Aplastado por las penas de amor, intentó suicidarse, pero terminó cortándose un dedo después de forcejear con un amigo que advirtió lo que planeaba. La gente le cree capaz de beberse todo el Burdeos y pegarse una tranca de los demonios, pero él asegura jamás haber bebido solo. Estas son algunas de las anécdotas de la vida exagerada de Alfredo Bryce Echenique contadas por el protagonista en 25 conversaciones realizadas con diversos reporteros de 1972 a 2006.

2 comentarios:

  1. Anónimo6:05 p.m.

    De haberlo sabido, llevaba a Coaguila hasta su casa, quizá me hubiera ganado un número. Qué piña soy.

    ResponderBorrar